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Montilla tiene un término municipal rico en agua, por lo que existen gran cantidad de fuentes y pozos, que de una forma u otra suplieron la necesidad de un Sistema de Abastecimiento que abarcase a toda la población. Así, se tiene constancia de que Montilla se abastecía de distintas fuentes como las de Santa Maria o Pozo Dulce, entre otras.
No obstante, en el siglo XIX esa agua no era suficiente para abastecer a la población. En la segunda mitad del siglo XIX, José Sánchez Molero, militar que acudió a Montilla a reconocer los campos de donde tuvo lugar la Batalla de Munda, realizó una serie de diseños y canalizaciones para subir el agua al casco urbano desde el manantial de El Cuadrado hasta los depósitos situados en la llamada Casa de las Aguas.
El conocimiento de la topografía y entorno de Montilla le hace proponer a la Corporación municipal en 1868 un proyecto de traída de agua a la ciudad desde el manantial del Cuadrado. Proyecto, que, aunque no fue el primero porque se intentó hacer un par de años antes, sí fue el que finalmente se aprobó por su viabilidad técnica y económica.
El proyecto, aprobado por el Gobierno y la Diputación Provincial de Córdoba, finaliza su ejecución en el año 1871. Tras complejas obras de conducción desde el manantial del Cuadrado, el agua llegaba por gravedad a la llamada “máquina del agua”, desde donde se impulsaba mediante una tubería de hierro hasta el depósito central que consta de dos depósitos de unos 242.000 litros cada uno y que están colocados en un edificio de la calle de San Fernando.
Junto a los depósitos, Sanchez Molero reconstruye un palacete adyacente, que desde entonces será conocido como Casa de las Aguas, en el cual establece su residencia, junto a su esposa, y dependencias propias del servicio como las oficinas.
Finalmente, el agua era conducida por redes de menor sección a diferentes calles de la localidad para el abastecimiento de las casas y a una serie de fuentes públicas en los puntos más convenientes, según las condiciones marcadas por el “Reglamento de 1872 para el Servicio y Distribución de las Aguas de la Fuente del Cuadrado”, en el que se establecen los términos de las concesiones de agua a particulares, corporaciones o establecimientos del Estado.
Desde 1871 y hasta 1947 funciona como empresa privada mediante concesión administrativa, otorgada a favor de don José María Sánchez Molero, y es en ese año cuando se eleva a público la compra del Servicio Público de Abastecimiento de Agua.
La insuficiencia del manantial del Cuadrado hizo que se recurriera a las aguas del Río de La Hoz (Rute) y más tarde a las del pantano de Iznájar. En los años 70, Montilla vio expandirse por su territorio una red de tuberías y cañerías que llevaban el agua desde el embalse de Iznájar hasta los domicilios, lo que eliminó el trabajo diario del acarreo interminable de agua potable en cántaros desde las distintas fuentes públicas. La gestión actual del agua ha hecho olvidar por completo ese penoso trabajo, convirtiéndola en algo muy cercano al ciudadano.